Pensando en voz alta

Debemos admitir que todo esfuerzo creador opera en los límites de lo expresable y conlleva la pretensión de abarcar fronteras que nadie había alcanzado.

Una obra no puede carecer de ese esfuerzo so pena de nacer muerta, sin vitalidad.

De suerte tal, que toda creación iniciadora es factor esencial en la obra de arte y abre, a la vez, el mundo tradicional.

Pero sucede siempre en este aspecto, para evitar que el continuo esfuerzo humano no se diluya en discontinuidades caóticas, que los nuevos aportes guardan una profunda relación con las realizaciones logradas hasta entonces.

Es como si la integridad de la existencia se restableciera una y otra vez. Esto, podemos ver que ocurre con la vida misma, en el campo del conocimiento científico y, naturalmente, se puede observar en el arte.

Y es así, por cuanto un movimiento continuo, sucesivo y de permanente ruptura, podría destruir o amenazar la integridad, coherencia y continuidad histórica de la labor humana.

Precisamente esto puede obje­tivarse en el arte. La sucesión ininterrumpida de vanguardias que no admiten antecedentes y sólo pretenden ser iniciadoras, concluyen en la mayoría de los casos mostrando imágenes -for­mas testigos de la plástica- sencillamente superficiales.

A partir de estos conceptos y considerando que los creadores y movimientos de la primera mitad del siglo fueron elaborando un nuevo modo de comunicación que produjo la ruptura con el código del Renacimiento, la representación y el espacio tridi­mensional, es posible pensar que estamos en presencia y utilizando un nuevo pensamiento plástico.

Entonces, así como en el siglo de XV Massaccio, Ucello, etc. encontraron y desarrollaron un modo operatorio y los creadores del siglo XVI, Ticiano, Veronese, etc., recibieron el nuevo código y su obra no consistió en producir un nuevo cambio, sino en ser los continuadores de aquellos, cabe preguntarse si acaso a los artistas que actuamos en las últimas déca­das no nos espera una función semejante: ¿la misión de desarro­llar el pensamiento plástico del siglo XX?

En tal sentido ya se observan signos inequívocos. Las vanguar­dias que hace décadas tenían sen­tido, comenzaron a ser una suerte de estereotipos y, por lo mismo, a carecer de contenidos y significados. Sus cultores sólo exhiben obras sin profundidad, confusas y que sólo han servido para aumentar la incomprensión y descon­fianza del espectador hacia las obras del arte contemporáneo.

Pienso, definitivamente, que nuestro camino es aceptar un código -que no hemos creado- y que recibimos como herencia.

A todo esto que constituye, como señalé, el pensamiento plástico de este siglo, deberemos incorporarle elementos, ajustes, variantes que lo afirmen como modo de comunicación.

Y precisamente es aquí –como creo firmemente-, en esos elementos y variantes, donde deberían aparecer según el punto de origen de la creación, la poética del lugar, el patrimonio cultural de un pueblo y de un continente.

otros

Escritos

El lenguaje y la comunicación

Por Alberto Delmonte - Revista "El ojo del río" Nº5 - Noviembre 1993

Hora de hablar

Por Alberto Delmonte - Revista "El ojo del río" Nº4 - Septiembre 1992

Pensando en voz alta

Por Alberto Delmonte - Revista "El ojo del río" Nº3 - Abril 1992

Ser de este tiempo

Por Alberto Delmonte - Revista "El ojo del río" Nº1 - Julio 1990

Prólogo

Por Alberto Delmonte - Catalogo Galería Palatina- Mayo 2001

La palabra

Textos

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Bibliografía

La obra de Alberto Delmonte ha sido distinguida en numerosas publicaciones, tanto nacionales como internacionales. Se destacan entre ellas tres libros editados sobre su obra y extensa trayectoria.

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Críticas

Los más importantes críticos de arte han valorado su trabajo, poniendo en palabras la riqueza de su legado. Los textos que aquí se presentan confirman a Alberto Delmonte como uno de los principales exponentes del arte argentino.

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Escritos

Alberto Delmonte redactó de manera clara y contundente sus convicciones éticas y estéticas. Estos textos son un verdadero manifiesto del arte que se sustenta en el conocimiento del lenguaje visual, anclado a las raíces de la América profunda.